Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier
circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora
correcta y en el momento exacto. Entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre; autoestima.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida
fuera diferente y comencé a aceptar todo lo que acontece
y que contribuye a mi crecimiento. Eso se llama "madurez".
Cuando me amé de verdad empecé a librarme de todo
lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y
cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio,
mi razón llamó "egoísmo" a esa actitud. Hoy sé que se llama
"amor hacia uno mismo".
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre
la razón y así erré menos veces. Hoy descubrí que eso se
llama "humildad".
Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el
pasado y preocuparme por mi futuro. Ahora, me mantengo
en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un
día a la vez. Y eso se llama "plenitud".
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede
atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco
al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. ¡Y eso se
llama "saber vivir"!
No debemos tener miedo a cuestionarnos o
afrontarnos. De hecho, hasta los planetas chocan
y del caos suelen nacer la mayoría de las estrellas.
Ámate 💝
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.